El proceso de Investigación Académica implica una serie de pasos, el apego a un método científico que comienza con una idea planteada mediante objetivos claros, un problema a través de una pregunta llevada a una hipótesis que se someterá a diferentes herramientas, que según nuestro enfoque podrían ser cuantitativas, cualitativas o mixtas, con la finalidad de encontrar resultados o conclusiones.
La ejecución de estas actividades se encuentra enmarcada por un paradigma teórico, un modelo de pensamiento producto de un debate interno donde el investigador se convierte en especialista de su tema, en autoridad de su proyecto a través de la revisión bibliográfica y la recuperación de material, para esto es indispensable un grado de afinidad o apasionamiento del tema elegido, que es al que le dedicarás tiempo, dinero y esfuerzo.
El resultado positivo o negativo es satisfactorio, nadie dice que el proceso no resulta en muchas ocasiones frustrante, desgastante o complicado, pero el cierre de cada investigación es sin duda motivo de una alegría interna, una satisfacción personal pocas veces comparada con otros logros académicos o laborales.
Para quienes ejercen la investigación como una actividad cotidiana los elementos descritos podrían considerarse adictivos, interesantes, incluso descritos con demasiada sencillez
sin hacer justicia al verdadero proceso de investigación formal y rigurosa, recientemente el académico e investigador Raúl Rojas Soriano (Rojas-Soriano 2013) compartía durante una charla en la Universidad de Morelia (UdeM), su emoción por llevar al límite la investigación, utilizando incluso elementos de la vida cotidiana, de una realidad propia.